Iglesia

Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora

En la actualidad la única edificación religiosa, en sentido estricto, es el templo parroquial de la Natividad de Nuestra Señora. Es una construcción que espacialmente responde a las formas y características de una iglesia de planta basílica de una sola nave, es decir, de tipo salón. Pese a ello en planta tiende a formar una cruz griega por la incorporación de dos capillas laterales. Los muros son de piedra sillería y de aparejo regular casi isódomo. Los dos tramos de la nave y la cabecera, de planta cuadrangular, se cubren con bóvedas de crucería, terceletes, mientras que las capillas norte y sur se cubren con bóvedas de medio cañón acasetonadas. Los arcos torales que comunican con la cabecera y tramo de los pies son ojivales y de medio punto los dos restantes que apean sobre pilastras cajeadas y cuadrangular respectivamente. La portada se abre al mediodía en el tramo de los pies. Es del tipo arco de triunfo, es decir, enmarcada en una estructura abovedada de medio punto. El vano propiamente dicho lo conforma un arco carpanel, que presenta varias molduras que arrancan de basa muy desarrollada; lo flanquean sendas columnas abalaustradas que tienen un podio de notable desarrollo y acaban en capiteles sobre los que descarga un cuidado entablamento. En las enjutas unas grillas típicamente renacentistas. La portada se cobija en un pórtico, adosado al templo que abre al exterior con una portada de aires escurialenses, con frontón partido y se cubre con bóveda de crucería casi reticular.

En el tramo de los pies se levanta un cuidado coro, con balaustrada de piedra, arco carpanel y cubierta de bóveda de crucería. Es una obra que como el resto de la fábrica del templo se mueve a caballo entras las formas góticas y los usos y concepciones renacentistas. Sobre el muro occidental se levanta una esbelta espadaña, enmarcada por sendos contrafuertes, que consta de tres cuerpos. El primero corresponde a la nave del templo con sendas ventanas rectangulares. Los dos superiores, con dos troneras de arco medio punto en el primero y una en tercero, se rematan en frontón triangular y los pináculos de bolas de claros recuerdos escurialenses. Esta espadaña tiene notables similitudes con las de otros templos de la zona como Agés, Zalduendo, Villamórico, Santovenia, Galarde y la de la cercana iglesia de Rubena. Ésta, como la restantes, pese a sus formas austeras y trazas escurialenses, nos parece obra ya de la segunda mitad del siglo XVIII. Una escalera de caracol que tiene forma ochavada en su exterior permite el acceso a ella, como sucede también en las otras espadañas citadas.

La construcción se completa con la sacristía, adosada al muro meridional de la cabecera, que tiene muros de piedra de sillería y cubierta de bóveda de crucería, reticular. Contundentes contrafuertes, inicialmente prismáticos, vemos tanto en la cabecera como en los brazos de la cruz.

Las iglesia nos parece una obra de trazas y concepción tardogótica (cubiertas), pero con sabor y algunos elementos renacentistas como los arcos de las capillas laterales y las bóvedas acasetonadas que las cubren. Igualmente renacentista es la portada de acceso al templo pero interpretada con notable liberalidad, algo que es muy común en estas tierras. La fábrica se completa a lo largo del siglo XVIII, momento en que se levanta la espadaña y creemos que también la portada que da acceso al pórtico que precede al templo.

Debemos lamentar, como sucede en muchos de los templos de esta zona, que en el interior se haya quitado la capa de pintura y cal que cubría los muros y las bóvedas. Con ello se ha debilitado la resistencia de los materiales y alterado de una forma importante la concepción sacral del espacio templario.

Junto al soberbio, cuidado y armónico espacio del templo debemos significar la presencia de algunos elementos destacados de arte mueble. El primero de ellos es el retablo mayor, adosado al muro este de la cabecera. Es una estructura de madera policromada que consta de banco, dos cuerpos, tres calles y remate. En el banco destacan de un lado los relieves de San Pedro y San Pablo, el podio de las columnas laterales y la hornacina con el sagrario-expositor. En las calles laterales vemos los relieves de los evangelistas y en la hornacina central una talla de la Virgen sedente con el Niño. El relieve que completa la calle central escenifica el descendimiento de Cristo de la Cruz. Se completa esta obra con el remate en el que destaca el Calvario, Cristo crucificado, la Virgen y San Juan; en el centro, enmarcado en una hornacina hay una talla de San Miguel Arcángel, flanqueada por sendas tallitas y los relieves de San Andrés y Santiago. Las columnas recuerdan a las habituales en los retablos de formas puristas, del segundo o tercer tercio del siglo XVI. Estamos ante una obra que catalogamos como renacentista, de un taller local pero que ha realizado un buen trabajo tanto en el ensamblaje de la obra como en la escultura y la policromía.

El otro retablo, de madera policromada, consta de banco, un cuerpo, una calle con gran hornacina y remate. La hornacina principal sirve de marco a una cuidada talla de San Bartolomé mientras la del remate la ocupa una talla de la Inmaculada. El tipo de policromía, la ornamentación, el remate y el tipo de columnas nos hacen pensar que es una obra de trazas barrocas que bien pudo realizarse en las primeras décadas del siglo XVIII. Las tallas creemos que corresponden a otra época y estilo, pues tienen trazas y formas renacentistas.

A los pies del templo se ubica una cuidada pila bautismal de trazas y formas románicas. Es una copa troncocónica que en su exterior va recorrida por arcadas de medio punto y la embocadura tiene una pequeña cenefa con ornamentación funicular. La basa es circular. Las medidas son de 120 cms. de diámetro por 90 de altura.